miércoles, 14 de diciembre de 2011

CURRO DÍAZ… ¡DIFERENTE A TODOS!

FOTO: INTERNET
Por: El Espontáneo
Nacido en Linares, el Matador Curro Díaz tomó la alternativa en la plaza del lugar que le vio nacer en el año 1997. De todos estos años de alternativa, sin duda este 2011 ha sido el más difícil de los transcurridos para este torero de arte.
La Maestranza de Sevilla ha marcado este año, un inicio por demás duro para el torero, pero también, un final lleno de gloria para la carrera de este diestro. Sevilla lo hizo pasar por el infierno, pero también le ha cambiado la forma de ver la vida.
Él mismo dice: “Suena muy raro decir que después de 14 años de alternativa, esta ultima tarde de Sevilla me ha dado la madurez, me ha descubierto un torero que en determinado momento yo no sabía que existía dentro de mí”.
En alguna ocasión le preguntaron al Matador Curro Díaz: ¿Es difícil para un torero de arte como usted, torear las corridas llamadas duras?
A lo que contestó: “Lo más duro que hay en el toreo es estar parado y sin torear”.
Mi vida ha sido un poco de novela, no he llegado rápido como otros, mi carrera ha sido paso a paso, me ha llevado un poco de años ir subiendo peldaños pero siempre lo he tenido claro. Me fui a vivir a una ganadería para prepararme y tengo que decirte que nunca he ganado dinero que no haya sido del toro y toreando.
Viví como un auténtico ermitaño y creo que ese punto de auto didacta me ha dado ese estilo propio y la personalidad que tiene mi toreo. Recuerdo aquel 31 de agosto cuando llego a Madrid sin haber matado ni una corrida de toros ese año, mi fuerza era la ilusión que te da saber que Madrid te puede cambiar la vida, como lo piensan más de cien toreros de los que no torean y que sueñan con una oportunidad como esta.
Aquella tarde las cosas no iban rodando bien para nadie, un toro que no pasaba y se ponía peligroso, miraba y me hacía sentir que en cualquier momento me cobraría el precio de los que quieren llegar alto. Yo tenía claro que mi vida debía cambiar aquella tarde y me entregué. Tomé la muleta con la izquierda y logré pegarle 12 muletazos que salieron desde lo más profundo de mi alma y entonces, al rematar, volví la mirada a los tendidos y… ¡La plaza se estaba de cabeza!.
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Me sentí satisfecho conmigo mismo, por haber hecho lo que debía y apostarlo todo. Las Ventas de Madrid por su parte, también hizo lo que sabe hacer… ¡Arreglarle la vida a un torero que torea con el alma y se entrega con pasión de enamorado!
Las lesiones comienzan en Valencia, la menos aparatosa y la más complicada fue la de Sevilla, un toro le parte la pantorrilla y le destroza el nervio que le hace perder la sensibilidad y movimiento del pie derecho. El Matador Curro Díaz comenta: “Las palabras más dolorosas que he escuchado en mi vida han sido del equipo médico cuando dijeron: “¡ESTO SE ACABÓ, YA NO MAS!” esas han sido las palabras que más vacio me han causado.
Cuando pude ponerme delante de una vaca, -una añoja por cierto- la sorpresa fue inmensa al darme cuenta que, por la misma lesión sufrida, me asentaba más y toreaba mejor ante la imposibilidad de irme de la cara, me centraba más en mi brazo, mi codo y mis dedos para torear más largo y más profundo, me aferraba a la muleta como loco, me encajaba en los riñones y toreaba con más sentimiento. Ese mismo día apunte en una libreta lo siguiente: “PARA PODER TOREAR BIEN, LO PRIMERO QUE NO HAY QUE TENER SON FACULTADES”.
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El regreso de Curro Díaz a Sevilla fue apoteósico, lleno de aroma de buen toreo, le negaron la segunda oreja y la gente se molestó, pero el toreo cuando se hace como lo hizo Curro Díaz no necesita certificación por orejas, el toreo es único e incomparable cuando se realiza con el alma.
Tratar de catalogar un faena de buen toreo por el numero de orejas que se cortan, es como dejar al toreo un poco huérfano.
Hay toreros que ejecutan y otros que interpretan el toreo. Los primeros son los que más orejas cortan, pero los segundos, sin duda, son los que trascienden el tiempo y el espacio al compartir con nosotros, por medio del toreo, una parte de su ser y de su espíritu.