miércoles, 7 de agosto de 2013

EDITORIAL JULIO 2013


LA FERIA DE PAMPLONA
Por: El espontáneo
En esta ocasión quiero dedicarle este comentario editorial a un ejercicio comparativo entre esa importantísima feria de julio en España que es Pamplona, y la fiesta en nuestro país.
Es impresionante el poder de convocatoria que tienen estas fiestas en el mundo. Esto es, debido principalmente a los encierros que se corren por las calles, y a la fiesta descomunal que se vive por la multicultural forma de festejar de los asistentes.
Una gran fiesta que gracias a una mercadotecnia sólida, con el paso de los años ha sido capaz de convertir esta feria en la más importante del mundo taurino, esto debido a la gran derrama económica que genera y a la gran cobertura de medios de todo el mundo que se dan cita.
Corredores improvisados que pagan con sangre el atrevimiento de vivir la experiencia le dan cierta legitimidad a lo serio y complicado de “participar”. Agencias de viajes que ya venden los tours con la asistencia al encierro incluida, y en muchos de los casos, hasta les garantizan un lugar para correr con los toros, lo que sin duda, “ayuda” a que se vendan más paquetes de ese “todo incluido” a las fiestas de Pamplona.
Por otro lado, en nuestro país, donde las plazas de toros se ven tristes por la falta de figuras que tengan ese tirón en la taquilla, se nos antoja que ya es tiempo de cambiar la mercadotecnia de la fiesta, y que lleguen a la misma, mentes jóvenes, creativas, que nos ayuden a “vender” nuestro producto de la forma correcta.
Actualmente, la palabra “profesionales” se escucha mucho en el medio taurino, como una descripción de la gente que sabe hacer las cosas bien. Pero me pregunto: ¿Dónde están esos profesionales de quien se habla?
¿Se referirán a los mismos de siempre? No lo creo. Ya que en gran medida, ellos han sido los causantes de que la fiesta esté sumergida en esta crisis.
Esos profesionales que decidieron que para que las figuras estuvieran “cómodas”, fueron propiciando el cambio del toro. Algunos ganaderos con tal de vender sus toros, se salieron de su concepto que los enamoró de la fiesta y comenzaron a cambiar su selección en los tentaderos.
Los empresarios, a conformar carteles pensando más en los toreros que en el público y en sus propios intereses, que al final, ha llevado a que la gente no asista a las plazas porque ya no encuentran “admirable” lo que ven sus ojos en el ruedo, ya que en muchos de los casos, ni el toro es toro, ni el torero es torero.
Y fundamentalmente, creo que la gran parte de la culpa ha sido de los apoderados y los toreros que han tirado por buscar esa cierta comodidad -sin serlo, ya que el toro te puede matar sin importar el tamaño que tenga- y como decían los viejos taurinos hace muchos años, “el toro chico y el billete grande”.
Esperemos que de ahora en adelante y ante una feria como Pamplona, que aunque la califiquen de poco seria, es un ejemplo de lo que se debe hacer para que en estos tiempos, un producto sea consumible por el gran público, y que el toreo vuelva a ser un gran negocio, siempre por la vía de la seriedad y el respeto a la afición que, al final, es quien mantiene vivo el espectáculo.
Hoy en día la fiesta requiere apoyo, pero no contra los antitaurinos, el apoyo necesario debe venir de una nueva camada de ganaderos, empresarios, aficionados y sobre todo de toreros y apoderados que entiendan que el amor viene de la admiración y para ello simplemente el toro tiene que ser toro y el torero tiene que serlo en toda la extensión de la palabra.





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