viernes, 23 de marzo de 2012

LA NOBLEZA DEL PÚBLICO MEXICANO


Por: El Espontáneo
Cuando un toro llega a la plaza, nunca sabremos si es el que quería el empresario, o el que impuso el torero, o en su caso, lo único que el ganadero tenía para vender ya sea por falta de más astados en la finca, o por falta de presupuesto del empresario.
Lo cierto es que cuando las cosas no se hacen como se deben, el afectado siempre es el público. Ese monstruo de mil cabezas que es, al final de cuentas, quien mantiene la fiesta y le da de comer a todos los protagonistas de la misma, y curiosamente es al que menos cuidados se le tienen.
En teoría, es el público el que manda porque es quien premia con su asistencia y entrega o, en su caso, veta y castiga con su ausencia de las plazas.
Es verdad que ahora se torea mejor cada día, es verdad también, que en estos tiempos modernos podemos ver trasteos casi perfectos, auténticas obras de arte debido a la manipulación genética del toro bravo mediante la selección y a la perfección con la que se torea en la actualidad.
Está claro que, sin esa dedicación de los ganaderos, jamás se hubiera podido lograr esa embestida noble, con recorrido, siempre humillando y que permita el espectáculo que la gente desea ver, ese toreo lento y largo con el que se vibra en cualquier plaza del mundo, pero que se vive de manera singular en nuestro país.
No podemos ignorar que si bien este toreo nos ha llevado a grados increíbles de locura y delirio al ver una de esas faenas soñadas, también, por otro lado, este tipo de toro tiene casi desaparecidas, las faenas de aliño, o esos doblones poderosos y mandones a toros que no se prestaban para el toreo artístico.
Poder gozar de ese toreo “en cámara lenta”, también lleva consigo el sacrificio de algunas otras suertes como por el ejemplo el tercio de varas que hoy en día, es casi un mero trámite por la falta de bravura de muchas de nuestras ganaderías.
Creo que casi todos entendemos estas circunstancias, pero sería tan diferente que al menos los picadores tuvieran la intención de realizar la suerte con algo de ARTE… sería tan diferente que entendieran que, con mover bien su caballo antes del cite y dejarse ver, con citar erguidos como artistas que son y con voz de mando, con chorrear la vara como marcan los cánones, con torear con el caballo cuando el toro embiste y si no es mucho pedir, de vez en cuando, quitarle la moña a los toros con la mano de la rienda mientras que la otra, aguanta un puyazo en todo lo alto y con eso, señores picadores, nos bastaría para pegarles una ovación de pie.
Los banderilleros son otro tema. Hay algunos que lo hacen bien y además con arte, se asoman al balcón, tienen raza y no se dejan ganar la pelea por sus compañeros. Creo que la unión ya no debería dejar actuar a banderilleros que más de su poca estética corporal, no tienen ni las mínimas facultades para estar en el ruedo haciendo de cada capotazo o par de banderillas un tiempo de verdadera angustia para todos los que están en el ruedo.
Con lo anterior, queda claro que la principal cualidad del público mexicano es la nobleza, ya que nos hemos acoplado a muchas cosas y hemos tolerado muchas otras con la ilusión de ver una faena de ensueño, pero ya es tiempo que se le respete, más aun cuando finalmente tenemos 4 o 5 toreros jóvenes que nos llenaran de satisfacción en las plazas de toros, solo una cosa queda pendiente y es el cuidado a los públicos que son o deberían ser lo que manden en la fiesta.

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