martes, 4 de octubre de 2011

JOSELITO "EL GALLO"



MODELO DE VOCACIÓN TORERA


Mientras en méxico se reanudaban las corridas de toros, después de los tres años de la prohibición de Carranza, con Juna silveti y josé Corzo matando un encierro de San Mateo; en España caía muerto uno de los toreros más importantes de la historia del toreo, José Gómez Ortega, "Joselito".
Hablar de lo que pasó aquella tarde del 16 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina, para menda, pertenece al campo de lo incomprensible, a los hados del destino.
Hablar mejor de un torero que para su presentación como novillero en Madrid pareciéndole chica la novillada que había en los corrales pide animales más grandes y termina matando una corrida de toros. Es decir, un torero que se respeta a sí mismo y a la afición, pues sólo un matador de toros sin orgullo, ni dignidad y sin amor propio, aceptaría matar novillos o un novillero matar becerros o lo que fuese que no corresponda a su categoría. La categoría que le permitió que el mayor número de corridas que toreó fueran en Madrid (81 tardes), la misma categoría para alternar con los mejores toreros de su tiempo: su hermano Rafael, Juan Belmonte y Rodolfo Gaona. Un torero que, pese a ser el mandón, se ponía con lo que hoy conocemos como "Corridas duras" y ahí están las estadísticas en que fácilmente se puede constatar, por ejemplo, la cantidad de corridas de Miura que lidió. Y, desde luego, los aficionados de entonces eran aficionados cabales y no les permitían ir siempre cómodos con cierta clase de toros. La suma de estos elementos, toros, toreros y afición hirieron lo que conocemos como la Edad de Oro del Toreo en España, época en la que, indiscutiblemente, la fiesta giró en torno a joselito.

Y lo mismo que no rehuyó los encastes complicados del mismo modo se fue midiendo con todos los toreros, convirtiéndose en una "tijerita de cortar coletas", ya fueran figuras consagradas o los que comenzaban a destacar. Sin embargo, hubo un torero al que no pudo retirar y con el que no tuvo amistad como con Belmonte, quien aceptaba "lo que diga José" y ese fue el califa de León, Rodolfo Gaona, quien por sus méritos pudo sostenerse entre aquel huracán levantado por José y Juan y así para la temporada de 1915, Joselito exigió como condición que el único primer espada que aceptaría en las corridas que el torease sólo podía ser su hermano Rafael, pero la verdadera intención de Joselito fue la de vetar a Gaona. Pronto la afición cuestionó la ausencia de Gaona... y así llegamos a aquella tarde de "los dos solos", tarde que, inexplicablemente y para infortunio de la historia del toreo, nunca se dio.
Bien cabe preguntarse por qué un torero tan poderoso vetaría a gaona. además de la antipatía que había entre ellos, la explicación es que ambos venían de la misma linea del toreo de Lagartijo, pero el toreo de Gaona se sustentaba en un mejor juego de brazos  no tanto el facultades físicas como José, además, el Califa era más puro, tuvo mucha mayor plasticidad y temple que el poderoso toreo de Joselito. El propio Gaona cuenta en sus memorias como un pobre hombre le confiesa habérsele tirado de espontáneo por indicación y pago de José lo cual no impedía que el gran Califa le guardase un respeto a su memoria y torería exigiendo,"no llames a Joselito", cuando alguien se atrevía  nombrar a otro con ese mote.

Joselito no vino a México. Se dice que, en parte, por las que le hizo ( y debía) a Gaona y, desde luego, también debido a la prohibición mencionada al inicio de este texto o quizá una combinación de ambas pues el veto a las corridas en la Ciudad de México no salía y Fernando aquí tomó la alternativa, por lo que con toda seguridad José tuvo las referencias adecuadas del toreo en México. No obstante lo anterior, Joselito Toreo ganado mexicano cuando a principios de 1920 fue contratado para torear en Lima y también lidió a puerta cerrada matando toros de Piedras Negras, San Mateo y La Laguna. ¿Sería aquello una discreta preparación para venir a torear a la tierra de Gaona? Posiblemente, pues a finales de 1919 ya se discutía en las cámaras derogar la prohibición y José fue un perfeccionista que cuando un toro le presentaba dificultades no tardaba en acudir a la ganadería en cuestión a tentar para adquirir conocimientos de la vacada. Por lo que tal vez al torear ganado mexicano en Lima trataba de eliminar la mayor incertidumbre posible o, al menos, conocer de primera mano el ganado mexicano.
Dicen que cuando murió la Señora Gabriela, un desconsolado José decía de su madre "se me ha roro el molde". Bueno, pues eso, hace noventa años se rompió un molde de lo que es un torero con vocación, un torero con dignidad, amor y respeto por sí mismo y por la fiesta de los toros.

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