miércoles, 21 de septiembre de 2011

LAS OBLIGACIONES DEL "PEÓN DE CONFIANZA"

POR: CURRO TIJERAS

Para que un subalterno sea considerado "peón de confianza", es porque ya han pasado por él muchos años de lucha en los ruedos; ha sabido de muchas amarguras y de muchos sinsabores que le han dado experiencia y conocimientos en el duro oficio de la Tauromaquia, con lo cual, ha logrado colocarse con un matador de "categoría" y ha "agarrado sitio". El peón de brega de "confianza" lo mismo puede ser el primer banderillero de la cuadrilla del Matador, o el picador, éste último en segundo lugar, pues tanto uno como otro subalterno juegan un interesante papel en la carrera taurina del espada. Hoy voy a referirme al peón de brega de confianza del Matador. La carrera del peón de brega es quizá más dura que la del espada; su aprendizaje es duro y son también muchos los escollos que encuentra en su camino. Y si tocamos el punto "romántico" de la fiesta, podemos decir que el subalterno -casi, en la mayoría de los casos- ha sido un soñador, un soñador que, decepcionado de la vanidad de la GLORIA que envuelve al espada entre humos de incienso y clarinadas de la fama, se han conformado con su suerte, y como enamorado galán, acaricia de lejos a "su amada", que en ese caso es la Gloria.

He conocido a muchos subalternos a quienes he tratado, y puedo decir que la mayoría de ellos han soñado, en ser primero Matadores de Toros; pero aquí entra el inevitable pero, el destino no quiso por angas o por mangas que empuñaran la muleta y el estoque, y entonces, antes que renunciar a la Gloria y a la Fama que son las eternas aspiraciones de los Diestros, se conforman con su suerte y se convierten en subalternos.
Como digo al principio de estas líneas, el aprendizaje del subalterno es muy duro. Mucho tiene que luchar el banderillero para abrirse paso en el ambiente taurino antes de "agarrar su sitio", y colocarse. Él, como el espada, ha tenido que recorrer la legua por esas plazas de Dios, y enfrentarse a todas las vicisitudes de la vida. Ha conocido todas las amarguras que trae consigo la carrera taurina; se ha enfrentado a "marrajos" toreados, no una vez, si no muchas,  en las plazas de los pueblos, y como él es el primero que le sale "al toro" pues ha tenido que tragar saliva primero que su "matador". Precisamente, esto es lo que va endureciéndoles los nervios, y al mismo tiempo, van haciendo acopio de conocimientos en la dura brega del toreo. El subalterno, como el espada, sueña también pisar las principales plazas, colocarse y ser admirado por... su matador..., ya que, por desgracia, desde hace algunos lustros que se les ha dado la oportunidad de arrancar las ovaciones delirantes de los públicos... Y sufren moralmente, en silencio, ¡qué duda cabe!... y se conforman con oir una que otra oalma de los buenos aficionados... y que su matador triunfa. ¡Cuántos matadores de polendas deben sus triunfos a la labor de sus peones de confianza!...

Muchos años tienen que pasar para que el subalterno logre colocarse. Primeramente, anda "suelto" y sale con algún oscuro novillerito, que como él sueña con la Gloria, y se han dado muchos casos en que, fieles a su matador, lo han conseguido en toda su carrera novilleril hasta lograr verlo colocado como la primera figura del toreo. Y ellos también sufren las injusticias de la vida.
El novillero aquél es ya Matador de alternativa; y busca entoces a un subalterno de "categoría", y deja aquél que estuvo con él en las duras, y si acaso, lo recomienda a algún amigo empresario para que le siga dando corridas; y he aquí precisamente el objeto de estas notas: "Lo que debe saber el peón de confianza".
Es lógico que un Matador de Toros escoja para su cuadrilla a un buen peón de brega que sepa estar a la altura de él; y para ello se fijan en aquellos subalternos que saben de todos los menesteres dentro y fuera de la plaza.
Fuera de la plaza, el subalterno sale con su matador a entrenar a la plaza los días anteriores a la corrida; lo representa en el sorteo y le escoge el toro más propicio al lucimiento para lo último, a din de que deje una buena impresión, y hecha por delante lo más fuerte y lo más grande para que pronto "trague" paquete y este listo y confiado en el último toro. Él es quien lleva la noticia al matador de la entrada que hicieron a los chiqueros los toros que le van a tocar en suerte; y es quien reparte trabajo entre los demás peones, quedándose él para correr al último toro.

Estas y otras muchas cosas dentro del oficio, que sería prolijo enumerar, es lo que los peones de confianza hacen fuera de la plaza; ya dentro de ella, el peón de confianza debe estar sirmpre bien colocado; saber correr a los toros a una mano, fijarse en las tendencias que tiene el toro al embestir y advertírselo a su matador para que éste pueda sacarle mayor partido a su adversario. Debe también, y esto es muy esencial, manejar el capote a dos manod, bregando concienzudamente para corregir los defectos del toro.
Después del espada, es el peón de confianza el responsable de los herraderos que haya en la plaza y tiene la obligación de conservar el orden entre los demás elementos de la cuadrilla de su matador y cuidar de la lidia que se le está dando al cornúpeta, así como darle a su matador los pitazos que crea convenientes, de acuerdo con la lidia que vaya desarrollando el toro, sea porque hay sido mal picado o por cualquier otra circunstancia; entonces entra él en funciones, como por ejemplo cuando el matador va a pedir permiso a la presidencia; está es su mejor oportunidad para bregar a fin de corregir algún defecto que él haya notado en el toro, si por desgracia éste es mansurrón y está aquerenciado, debe ir a sacarlo de la querencia natural o accidental para que se haga la pelea en otra parte en mejores condiciones para el matador; si el toro ha llegado a la muerte conservando poder y desarrollando genio, entonces el peón de brega, con el capote un tanto recogido con las dos manos, le da unos capotazos de tirón para quitarle lo que en términos taurinos se dice "la guasa" y asentarle un tanro la pensadora; pero si el toro es noble, entonces debe limitarse a fijarlo mientras su matador termina el brindis.

Para ser un buen peón de brega es necesario entrenarse todos los días para manejar el capote con soltura y propiedad tanto con una mano como con las dos; saber correr tanto para uno y otro lado como para atrás sin trastabollarse, sin hacerse "bolas" a la hora de estar toreando. Y saber también banderillear en todos los terrenos y rápidamente con el objeto de evitar que el toro desparrame la vista.
Y así como comparte con su matador el trago amargo de las derrotas, así comparte también las mieles del triunfo; pero son tan pocos los verdaderos peones de brega que es una lástima decirlo, máxime que hay muchos buenos toreros que con un poquito de sentido común en sus obligaciones podrían llegar a la meta como han llegado los que actualmente están en el candelero.

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