LA
FERIA DE PAMPLONA…
Por: El espontáneo
Por: El espontáneo
En esta ocasión
quiero dedicarle este comentario editorial a un ejercicio comparativo entre esa
importantísima feria de julio en España que es Pamplona, y la fiesta en nuestro
país.
Es impresionante
el poder de convocatoria que tienen estas fiestas en el mundo. Esto es, debido
principalmente a los encierros que se corren por las calles, y a la fiesta
descomunal que se vive por la multicultural forma de festejar de los asistentes.
Una gran fiesta que
gracias a una mercadotecnia sólida, con el paso de los años ha sido capaz de
convertir esta feria en la más importante del mundo taurino, esto debido a la
gran derrama económica que genera y a la gran cobertura de medios de todo el
mundo que se dan cita.
Corredores improvisados
que pagan con sangre el atrevimiento de vivir la experiencia le dan cierta
legitimidad a lo serio y complicado de “participar”. Agencias de viajes que ya
venden los tours con la asistencia al encierro incluida, y en muchos de los
casos, hasta les garantizan un lugar para correr con los toros, lo que sin duda,
“ayuda” a que se vendan más paquetes de ese “todo incluido” a las fiestas de
Pamplona.
Por otro lado, en
nuestro país, donde las plazas de toros se ven tristes por la falta de figuras
que tengan ese tirón en la taquilla, se nos antoja que ya es tiempo de cambiar
la mercadotecnia de la fiesta, y que lleguen a la misma, mentes jóvenes,
creativas, que nos ayuden a “vender” nuestro producto de la forma correcta.
Actualmente, la
palabra “profesionales” se escucha mucho en el medio taurino, como una
descripción de la gente que sabe hacer las cosas bien. Pero me pregunto: ¿Dónde
están esos profesionales de quien se habla?
¿Se referirán a
los mismos de siempre? No lo creo. Ya que en gran medida, ellos han sido los
causantes de que la fiesta esté sumergida en esta crisis.
Esos
profesionales que decidieron que para que las figuras estuvieran “cómodas”,
fueron propiciando el cambio del toro. Algunos ganaderos con tal de vender sus
toros, se salieron de su concepto que los enamoró de la fiesta y comenzaron a
cambiar su selección en los tentaderos.
Los empresarios,
a conformar carteles pensando más en los toreros que en el público y en sus
propios intereses, que al final, ha llevado a que la gente no asista a las
plazas porque ya no encuentran “admirable” lo que ven sus ojos en el ruedo, ya
que en muchos de los casos, ni el toro es toro, ni el torero es torero.
Y
fundamentalmente, creo que la gran parte de la culpa ha sido de los apoderados
y los toreros que han tirado por buscar esa cierta comodidad -sin serlo, ya que
el toro te puede matar sin importar el tamaño que tenga- y como decían los
viejos taurinos hace muchos años, “el toro chico y el billete grande”.
Esperemos que de
ahora en adelante y ante una feria como Pamplona, que aunque la califiquen de
poco seria, es un ejemplo de lo que se debe hacer para que en estos tiempos, un
producto sea consumible por el gran público, y que el toreo vuelva a ser un
gran negocio, siempre por la vía de la seriedad y el respeto a la afición que,
al final, es quien mantiene vivo el espectáculo.
Hoy en día la
fiesta requiere apoyo, pero no contra los antitaurinos, el apoyo necesario debe
venir de una nueva camada de ganaderos, empresarios, aficionados y sobre todo
de toreros y apoderados que entiendan que el amor viene de la admiración y para
ello simplemente el toro tiene que ser toro y el torero tiene que serlo en toda
la extensión de la palabra.
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